“Desde que llegaron se quieren ir”, les espeta María Paz a sus hijos, y probablemente tenga razón. Sergio, Mali y Luz aceptaron a regañadientes ir a pasar la Navidad al campo junto con su madre; un poco por la culpa que les da negarse cuando acaba de salir del hospital después de un infarto, un poco porque no les viene mal escapar de sus frustraciones, un poco pensando en la herencia que recibirán en un futuro ya no tan lejano. Una vez allí, entre comidas, paseos, fiestas de pueblo, códigos compartidos, cosas dichas a medias y discusiones a gritos, las tensiones irán subiendo. Pero, con todo, quizás los hermanos estén allí porque, aunque no puedan reconocerlo, también quieren estar juntos.