Mikel vive en Euskadi, está en el paro, su novia le ha dejado por otro y siente que su vida y todo lo que le rodea es una mierda. Por decirlo de otra manera, odia Euskadi. Por eso acepta la propuesta de un tío segundo (hijo de la hermana emigrada a Argentina de un abuelo), con el que sólo ha tenido contacto por Facebook, para irse a Argentina a trabajar en la empresa que está montando. Sin embargo, cuando Mikel llega a Argentina se encuentra con algo inesperado: ha llegado a una pequeña Euskadi habitada por argentinos que nunca han pisado la tierra de sus antepasados pero que la viven con pasión y de manera idealizada. Por supuesto, desde el momento en el que Mikel pisa la Euskal Etxea, se convierte en una especie de “súper vasco” para toda la colonia.